El amor se basta a sí
mismo, gusta por sí mismo y por su propia causa; es mérito y
recompensa de sí mismo. No busca fuera de él ninguna causa ni
ningún fruto: su fruto es precisamente
amar. Amo porque amo, amo para amar. Es una gran cosa el amor,
siempre que se remonte a su principio y, vuelto a su origen,
reservado en su fuente, tome siempre
de ella para poder fluir de manera perenne. (Bernardo de Claraval)
La verdadera medida que
habla de nuestra talla humana es nuestra forma de amar y la altura,
anchura, longitud y profundidad de nuestro amor. Síntesis y esencia de
nuestra humanidad.
¿Por qué seguimos
escogiendo los valores que llevan a esta sociedad a ser utilitarista, egocéntrica y
hedonista?
San Francisco de Asís con todos los desheredados de la Tierra,
sigue clamando ante el Padre con su mismo grito desgarrador: el Amor
no es amado.