martes, 28 de enero de 2014

EL DOLOR


El dolor se ha constituído, con mayoría aplastante, en el compañero con menos seguidores; el apestado que nadie quiere a su lado. Si el hombre pudiera lo declararía ilegal, lo cargaría de cepos, lo proscribiría y lo deportaría.

Pero no podemos separarnos de él. Cuando, por circunstancias (enfermedades) se envalentona y se crece, “puede” asumir el control de nuestra voluntad. En realidad su “poder” consiste en la renuncia que cada quién hace a él. Tiene poder porque “asumimos” que no podemos hacer nada y arrojamos la toalla sin subir al ring. Ni siquiera nos atrevemos a mirarlo a la cara.

Toda la propaganda bélica usamericana se encarga de asegurarnos que sólo la gente “especial” con un entrenamiento “a la carta” puede sobrevivir e imponerse al dolor. Y, claro, nosotros sólo somos: ¡pobres gentes del montón!

No sabemos qué hacer con nuestro dolor (que consideramos malo, innecesario y prescindible) y tampoco aguantamos el dolor ajeno: el dolor de la gente cercana y querida. Para ello hemos inventado las Unidades de Dolor (especialmente dotadas y con una ciencia y técnicas altamente desarrolladas para los cuidados paliativos). Y, si en su inicio fueron destinadas a enfermos desahuciados, cada día se está generalizando más su uso.

Se diría que nos hemos vuelto más sensibles, que hemos ganado en sensibilidad, una cualidad relevante en los humanos...

¡¡Espejismo notorio!! Nada o poco nos afectan los millones de hambrientos, sin acceso al agua potable, sin trabajo y habitando nuestro mismo suelo (la Tierra) en condiciones infrahumanas. Ni los explotados, los hacinados en cárceles, los violados y torturados, los esclavizados, los que nacen sin derechos y sin posibilidad real de vivir.

No, no somos más sensibles: somos más sensibleros. 

“...y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, proclamado por Dios Sumo Sacerdote a semejanza de Melquisedec.Sobre este particular tenemos muchas cosas que decir, aunque difíciles de explicar,porque os habéis hecho tardos de entendimiento.

Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño.

En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal.” Hb 5, 8-14

miércoles, 22 de enero de 2014

MIEDO y LIBERTAD


Son dos de los componentes de la naturaleza humana que aparecen combinados en cada persona que se pregunta por su verdad.

E.Fromm los unió en el título de un libro que recogía una parte de lo que llevaba investigado sobre la conducta humana y el ser personal. Lo hizo precipitadamente, acuciado por la deriva nacional-socialista -de la que participaba- y que desembocó en la II Guerra Mundial.

Es posible que en el Miedo a la Libertad se mezclen dos frases, con dos sujetos diferentes, porque nadie que no se haya enfrentado a su propio miedo llega a encontrarse con su libertad. Sin embargo el miedo a la libertad del otro sí esta presente en sectarios y totalitarios.

La distinción que hace E. Fromm al llamar libertad negativa a esa fase infantiloide y egoísta bien merece todas las disculpas a su precipitación. Junto con la invitación que hace a pasar al estadio de libertad positiva -como responsabilidad- con la advertencia sobre los esfuerzos existentes, en sentido contrario, por acallarla, debidos a “una tendencia compulsiva al éxito, la creencia en el poder de un conocimiento ilimitado o la sumisión a un líder que asuma y garantice dicha libertad” aunque, en realidad, sólo tienen poder sobre la “conciencia de duda”.

Pasar de la “libertad-de” a la “libertad-para” supone haber alcanzado una madurez que da un valor especial a la frágil condición de nuestra especie humana.

E. Fromm deja en el libro  una cuestión apasionante sin resolver: "¿Es la libertad una ausencia de presión o simplemente es una presencia?" 

La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad,
 no espontaneamente, sino por aquel que la sometió, 
en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción 
para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente 

y sufre dolores de parto. Rm 8, 20-22

martes, 14 de enero de 2014

TOLERANCIA


La tolerancia es uno de los valores más antiguos (Jenófanes, s. VI a.C.) que esta siendo reivindicado por la cultura actual. Es uno de esos valores “evidentes”, que no necesita ser negociado ni consensuado.
Pero son, posiblemente, junto con el amor, los valores que más disfrazamos, adulteramos, degradamos y corrompemos. Hasta tal punto que K. Popper, uno de los adalides de este valor, ya hace años, advertía que su uso prostituido llevaba a la violencia. Y algo de eso tiene que ser cuando su uso más frecuente es como arma arrojadiza contra los rivales para acusarlos y autojustificar nuestra propia intolerancia..
El remedio balsámico contra el mal uso de la tolerancia –decía Popper- es el pluralismo crítico. Al hacerlo, sin querer, ponía el dedo en la llaga de uno de los males crónicos de nuestro tiempo: la falta de autocrítica ante los adversarios, los que no piensan como yo…los diferentes.Pero también ante nuestra propia conciencia(?)

El malvado se gloría de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor.
El malvado dice con insolencia:
«No hay Dios que me pida cuentas.» Sl.10(9), 3-4.

martes, 7 de enero de 2014

RENDIDOS ANTE EL MISTERIO


Dios mío, bienaventurada Trinidad, deseo amaros y haceros amar, trabajar por la glorificación de la santa Iglesia, salvando las almas que viven sobre la tierra y librando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente vuestra voluntad y llegar al grado de gloria que me habéis preparado en vuestro Reino; en una palabra: deseo ser santa, pero siento mi impotencia y os pido, Dios mío, que seáis vos mismo mi santidad.
Puesto que me habéis amado hasta darme vuestro único Hijo para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos: yo os los ofrezco con alegría, suplicándoos que no me miréis sino a través de la Faz de Jesús y en su corazón abrasado de amor. Siento en mi corazón inmensos deseos y os pido con confianza que vengáis a tomar posesión de mi alma. No quiero amontonar méritos para el cielo, sino trabajar sólo por vuestro amor, con el único fin de agradaros, de consolar vuestro corazón sagrado y de salvar almas que os amen eternamente.
En la tarde de esta vida compareceré ante vos con las manos vacías. No os pido, Señor, que contéis mis obras. Todas nuestras justicias son imperfectas a vuestros ojos. Quiero, por ello, revestirme de vuestra propia justicia y recibir de vuestro amor la posesión eterna de Vos mismo. No quiero otra cosa que Vos, mi Amado.
(Teresa de Jesús, La oración, Fuenlabrada 1972)