Estos dos santos son de
los primeros seglares que siguieron a san Francisco y los dos recibieron un culto -que la Iglesia, (Inocencio
XII en 1694),
reconoció unos años más tarde- dentro de la
devoción popular.
La historia de Luquesio
-del que existen más referencias- es muy similar a la de Francisco.
Nacen en una fecha muy próxima, Luquesio, como Francisco, también
de familia pudiente, va a las milicias. Vuelve arruinado, porque
también se mezcló en política (los güelfos). Al retonar se
establece en la ciudad de Poggiobonsi (de donde toma el nombre) y
comienza como comerciante, haciéndose rico. Posiblemente tenía
relación y tal vez amistad, con el padre de san Francisco, Pedro
Bernardone. Y un día Francisco en sus correrías, se quedó a
pernoctar en la casa de Luquesio y Buonadonna (literalmente: Buena
Señora). El conocimiento de Francisco les impacto tanto -junto con
sucesos familiares- que decidieron deshacerse de todos sus bienes y
hacerse penitentes, como san Francisco. Incluso le llegaron a pedir
que les dejase seguirle.
Francisco les desanimó
a éso y les impulsó a vivir, en su estado seglar, en su matrimonio,
con su oficio, en medio de sus gentes a vivir ese éspíritu
evangélico que tenía Francisco.
Por eso también se les
considera los primeros franciscanos de la OFS, que entonces se empezaron a dar a
conocer como Hermanos y Hermanas de la Penitencia, a los que Francisco dirigió,
fundamentalmente las dos cartas tituladas y dirigidas a Todos los
Fieles, y juntamente con el Memoriale Propositi, eran las orientaciones
que seguian dentro de la Iglesia.
La burocracia también
ha llegado a la Iglesia -¡cómo no!- en esto de designar santos y
santas. En aquella época una de las maneras de llegar a la santidad
era simplemente la aclamación de los fieles, cuando era numerosa y
se mantenía en el orden y en el tiempo.
Así que estos dos
santos seglares franciscanos son, de verdad en su humildad, en su
devoción y en su ejemplo, verdaderos seguidores de san Francisco y
ejemplos para nosotros y todos los que quieran mirarse en ellos.
Insignificantes en el Santoral (San Luis, santa Isabel, san Fernando, u otras personalidades seglares como Giotto, Dante...), pero grandes en el elenco de los
amigos de Dios.