Utopía –en la obra de Tomás Moro-
es una isla de la que es príncipe UTOPOS.
Utopía, para nosotros es, simplemente,
un sueño. Y el epíteto de utópico, en una reunión de
programación, por ejemplo, es descalificativo.
Utópico simplemente es lo que no tiene
-todavía- un lugar. Algo así como un sueño. Un sueño sano. Porque
hay sueños que no son sino la proyección de nuestras impotencias.
Pero hay un sueño, esperanza lo llamamos los creyentes, que nace de
creer en las potencialidades y el desarrollo de lo que es real. No
sólo necesitamos creer sino tener una mirada limpia y amorosa para
llegar a desearlo.
La obra de Tomás Moro no es muy
conocida y pocos la han leído, pese a ser una obra de no muchas páginas.
Quizás por lo que dice Quevedo: “se necesita una vida larga para
poder comprenderlas”. Vida larga y corazón reconciliado.
PODER y PROPIEDAD, son los dos
condicionantes máximos en las relaciones de una sociedad. Algo que
ya nos descubrió Jesús de Nazaret y su Evangelio.
Pero sigue siendo nuestra piedra de
tropiezo.
Señor, qué es el hombre, para que te
acuerdes de él? Salmo 8
¿Quién conoce el corazón del hombre?
Jr 17,9
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