martes, 21 de febrero de 2012

LA FIDELIDAD

La fidelidad en el mundo secular es equiparable y paralela con la santidad en el ámbito religioso. El paralelismo  viene expresado matemáticamente, por dos ecuaciones cuya diferencia es una constante.
Una de las formas de explicación que se da de los mitos es la de "lenguaje arcaico". Y con el calificativo de "arcaico" se ahuyenta la posibilidad de un acercamiento neutral.
Hoy se re-niega de Prometeo (no hay dioses a los que robar, y, se piensa, que si los hubiera, no poseerían nada de interés) y se huye de Sísifo (por ridículo e incapaz), haciéndose la ilusión -quien los ignora- que no esta afectado por lo que ellos representan.
En los relatos del libro del Génesis hay otro mito que también incide en este tema: el mito de la vergüenza. Pero para tratar con éste se necesita lo que Pascal llamó "esprit de finesse".
Cabría hacer en lo referente a las aptitudes humanas una pirámide similar a la que Maslow hace con las necesidades. Quiero decir, que la fidelidad la alcanzan aquellos que pueden, que tienen un grado de madurez humana que entiende que su ruptura implica, necesariamente, una destrucción personal, cuyo grado depende de las circunstancias. Podríamos compararla a una amputación o a la extirpación de un órgano. ¡Claro que se puede ser infiel y seguir respirando! Pero empequeñecido!

San Francisco, que huía de los grandes discursos, habla de perseverar, haciendo depender la fidelidad de la fe de la confianza, de la seguridad. Y no de la exactitud o del cumplimiento.

En la Biblia la grandeza de un hombre esta medida con su fidelidad. Si 47,5-11

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