domingo, 13 de enero de 2013

ES MI AMADO


La Iglesia Oriental con un sólido argumento ha mantenido unidas todas las fiestas que celebramos separadamente en Occidente y no tienen la confusión que se genera en no pocos creyentes que no tienen tiempo de hacer la transición del pesebre de Belén al Jordán de Betania o a las bodas de Caná. Hay otros muchos que se han “olvidado” de la pregunta y es por eso que les pasa desapercibida la respuesta.

Estas tres palabras se han convertido casi en tabú en nuestra indigente sociedad (para la gente que se intenta mantener dentro de un cierto grado de consciencia) y causa pavor tanto pronunciarlas, como integrarlas (creerlas) en sí mismo.

Semejante respuesta debería ser una mayúscula sorpresa en una sociedad  “tan racional” como la nuestra. 
Pero hace falta fe para aprehender la hondura de semejante afirmación; fe en la verdad de quien la pronuncia, pero esperanza -mucha esperanza- dentro de la persona a la que van dirigidas.
Y es que hay palabras que, cuando abandonan el terreno especulativo e inconsciente, tienen el poder de engranujar nuestra piel por la potencia transformadora que las sustenta.

Y de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia...Jn 1,16

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