viernes, 8 de febrero de 2013

HERODES Y HERODÍAS

Una de las páginas más conocidas del Evangelio es, sin duda, aquella en la que Marcos relata la muerte de Juan el Bautista. Es sugerente tanto artísticamente hablando, como teológicamente, como humanamente. Es uno de esos pasajes en el que uno de los personajes centrales ha pasado a la memoria popular con su nombre propio, que no es citado por Marcos.
Hoy me quiero fijar en uno de los aspectos humanos más universales: la reacción ante los "mensajes negativos". Ya la manera de llamarlos -más allá de fómulas edulcoradas como la que acabo de usar- son significativas. Corrección y crítica, sin entrar en grandes disquisiciones semánticas, llevan aparejados dos significados: cambio de rumbo y corte-fractura.
Lo curioso del caso -obviando la difamación que por el hecho de ser pública tiene otras connotaciones- es que lo esencial se juega en el interior de la persona criticada. Es uno mismo el que hace que una crítica se convierta en constructiva, a pesar que la intencionalidad del emisor no sea tal.
Todo tiene que ver con la capacidad que tengamos de mirar el mal que llevamos en las entrañas y nuestra relación con él.

Herodes convive con la perpejidad que le produce la crítica del Bautista, con gusto. Y Herodías esta ofuscada por ella y sólo busca venganza.
La liturgia esta semana nos advierte del peligro que tiene dejar crecer las hierbas amargas y venenosas (Hb 12,15; Dt 29,17) tanto en el interior personal como en el fraterno y comunitario.

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