martes, 11 de marzo de 2014

FRAGILIDAD


La fragilidad es uno de los calificativos de la condición humana. Y mirando con ojos de mercado es una oportunidad ante la que abren sus fauces los nuevos demiurgos.
Vivir sin sentido, porque hemos renunciado a él, significa que no podemos distinguir –y que no queremos distinguir- entre los fines y los medios utilizados. Pero también podemos extenderlo al campo de las necesidades, donde se confunde la necesidad con el derecho y donde no hay capacidad –ni deseo- de distinguir entre límites personales propios y ajenos. 

Hay como una decisión de mostrar al sofisma de que el hombre es un lobo para el hombre, como irreversible. Pero eso es tanto como volver a la ley de la selva: la ley del más fuerte y mejor dotado. Ortega decía que la democracia nació cuando los débiles unieron sus esfuerzos contra la ley de los más fuertes (que son menos numerosos).
Hoy parece que son los fuertes los que se han puesto de acuerdo para luchar contra los más débiles y, claro, para ello subvierten los valores, los arrinconan… o, al menos, lo pretenden. Cuando faltan los valores y el sentido: todo vale, si me sirve para conseguir mi propósito.

Aunque mirando a la Historia podemos deducir que no es nueva esta situación,  para los que estamos inmersos en el trajín diario, faltos de esta perspectiva histórica, hacer el paso desde otra situación que nos había ilusionado con los valores de la justicia social, de los derechos universalizados y una paz distinta de la pax romana, nos resulta primeramente dolorosa y extremadamente difícil la reconversión.

Afortunadamente la fragilidad, la conciencia de mi fragilidad, es una oportunidad de entrever y buscar nuevos caminos de conversión. No aferrarnos a nuestra condición, sino que equipados con valores cristianos y con el chaleco protector de la esperanza, afanarnos en desbrozar caminos cerrados por el interés, la mentira, la insolidaridad y la insensibilidad ante el dolor ajeno.

Crear y construir espacios de fraternidad, como dice el papa Francisco con tanto énfasis, como convencimiento. 
Una oportunidad y un reto para esta cuaresma.



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