sábado, 29 de noviembre de 2014

TODOS LOS SANTOS Y SANTAS FRANCISCANAS


La santidad es uno de esos valores a recuperar y una palabra, o mejor, un uso de la palabra, a restaurar, deformada por el abuso del lenguaje. Olvidamos con mucha frecuencia que el lenguaje tiene como fin primordial, que  nos podamos comunicar con el deseo de entendernos. Y lo estamos convirtiendo simplemente en arma dialéctica. Abusar del lenguaje es pervertirlo. Y eso lo hacemos por ignorancia, descuido, indeseo de precisión... no simplemente por maldad o capricho.
Una de las deformaciones de la palabra ha tenido su origen en las “gentes de bien” y la ha cargado de moralismo, deformándola hasta modificar su olor. Para la gente afiliada al pragmatismo conviene recordar que el “olor de santidad” no es algo abstracto, ideal o figurado, sino algo verificable y al alcance de nuestros sentidos.
Lamentablemente los sentidos, como el lenguaje, la conciencia... estan sujetos a la malformación, al deterioro y a la desaparición.
Uno de los retos que tenemos como franciscanos y como cristianos es recuperar y rehabilitar este valor hasta volver a lo que expresa el salmo 93: “la santidad es el adorno de tu casa”.
En un mundo que ha llevado la estética a los máximos lugares, la santidad debería ser un vehículo de transmisión para nuestra espiritualidad, entendida como vida de fe. Hacia nuestro interior y hacia los demás.

¡TODOS LOS SANTOS Y SANTAS FRANCISCANAS INTERCEDAN POR TODOS NOSOTROS!

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