Se reptie con mucha
frecuencia entre los intelectuales del mundo religioso la procedencia
agraria de las metáforas y parabolas de Jesús de Nazaret. Pero
lamentablemente la teología (los teólogos) hoy en día carece de
“rodillas empáticas”. Por eso la figura del pastor ha sido
sublimada –en el peor de los sentidos- y espiritualizada. En el
mundo agrario que hemos conocido los que peinamos canas –ayer, no
más- el pastor era un marginado y con mala fama en muchos de los
casos, dejando rastro en canciones populares y no tanto, como la de
J.L.Perales. Pero en el mundo antiguo, anterior a la venida de
Cristo, también era una fuente de inspiración para autores
inmortales como Virgilio en sus Bucólicas. Fuente que tiene su
correspondencia en la literatura espiritual como aquel poema excelso:
“pastor que con tus silbos amorosos...” de Lope de Vega. Por no llenar de citas de la Biblia o de san Juan de la Cruz.
Eso sin entrar en los
efectos perniciosos que genera una soledad no asumida, ni deseada, ni
escogida… que da paso a otras leyendas mucho más oscuras.
Sin embargo esta es la
figura con la que Jesús se identificó, la que escogería en su
estandarte si tuviera batallas que librar. Pero no, solamente hay una
batalla que es digna de El, la del amor. Y un amor interesado a los
pobres, los débiles y enfermos, los marginados, los despreciados…
los derrotados y vencidos.
Estos días nos
recuerdan y nos ponen en contacto con esta dimensión, relegada la
mayor parte del año, si queremos preparar esos caminos que el
Dios-con-nosotros recorre y con quien nos encontraremos si
permanecemos a la vera de su senda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario