Algo tan humano, tan
común como la frustración es una experiencia que forma parte de la
vida cotidiana de cada persona y los enfoques son tan diversos que,
hasta la fecha, no hay una receta que sea universalizable y que sirva
de aplicación inmediata.
Esta época en la que
vivimos se caracteriza por la poca resistencia ante la frustración,
lo que provoca no pocos problemas personales. Curiosamente un
fenómeno tan antigüo como la misma humanidad no ha desarrollado en
nuestra especie mecanismos de defensa que esten a la altura de una
dignidad humana que camina hacia su plenitud.
La Psicología aporta
herramientas de manejo y métodos que ayudan a una elaboración
personal e intenta evitar los daños colaterales que se producen en
cada episodio.
Desde el mundo
espiritual, también, se aportan remedios e instrumentos que nos
ayuden a vivir cristianamente y que tienen un efecto preventivo ó,
por lo menos, anticipativo.
La ascesis que se
proclama en este tiempo cuaresmal tiene esa capacidad, aunque el
objetivo espiritual de la ascesis tiene una proyección mucho más
dilatada y ambiciosa.
Pero la ascesis hoy no
tiene muy buena acogida por estimar que “desdeña las necesidades
humana”(wikipedia dixit) y, por ende, muchos la catalogan de
inhumana.
Este pensamiento forma
parte de la “mirada túnel” que afecta a no pocos cienticistas,
que no científicos, por empeñarse en ensayos de laboratorio, cada
vez más acotados y más alejados de la situación real. Este
fenómeno también forma parte de los mecanismos de la frustración.
La urgencia y exigencia de obtener resultados hace que no se
contemplen vías que se dilaten en el tiempo por no ser rentables.
Para los que pensamos
que la “rentabilidad humana” se mide sobre una vida completa y
total, estos pensamientos son circunstanciales y miopes.
Pues,
¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si
él
mismo se pierde o se arruina?
Lc 9,25
La cuaresma puede
ayudarnos a salir del “inmediatismo”, de alargar nuestra mirada,
de salir de ilusiones y quimeras psicodélicas y liberarnos de
nuestras verdaderas cadenas ó, al menos, de iniciar nuestra
liberación. Y para ello tenemos que ser capaces de dilatar y
posponer sastifaciones inmediatas que nos sacan del camino certero.
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