martes, 3 de marzo de 2015

DIGNIDADES


En uno de estos días una persona oponía, conversando, la dignidad y la obediencia, “convencida” que son inversamente proporcionales. Ëste es un debate interesante, pero ahora me quiero fijar en algo que se repite en los defensores de “valores ligths” o, quizás debería decir “valores tuneados” que en un afan de justificar y entretener la mediocridad inventan metas y logros “a medida”.
La “dignidad” es perfecta para ellos, porque no depende de mis “méritos” sino de mis “derechos” y, como tal, me es debida. No tardarán en aparecer los problemas cuando las “dignidades” choquen entre sí. Alguien pensará: “siempre quedan los tribunales” ¿y qué será de los tribunales sin Justicia? Pero, ¿qué sera de la Justicia sin Verdad? ¿Seguiremos defendiendo las “discriminaciones positivas”?
Porque, independientemente de florituras filosóficas y de dscusiones bizantinas el verdadero pánico del mundo moderno llega con la comparación. Hasta el punto que el espejo –algo tan inocente e inofensivo- se convierte en un enemigo insoportable.(es sólo una cuestión del tiempo de cada uno para que ocurra)
Para la gente que quiere abrir sus ojos cabría una cuestión bastante simple: ¿quién se beneficia de este estado de cosas? Y ¿cómo salir de este estado de alienación individualizada?

Para los creyentes nos queda la conversión:

Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.
Luego, venid, pues, y disputemos - dice Yahveh.. Is 1,15-18

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