sábado, 9 de mayo de 2015

PROHIBIR LOS DOGMAS


Los que tuvimos educadores que habían soñado con el “Mayo 68” escuchamos muchas veces aquel lema de “Prohibido prohibir” como uno de los pilares hacia la libertad humana (la de toda la humanidad).
Hoy los nuevos aprendices de brujo, o lacayos de quién se yo quién se hartan de prohibir. Hasta tal punto, que en uno de los países europeos han propuesto que no se apruebe una ley, sin, no ya derrogar, sino hacerla desaparecer, otra.

El pasado mes en una conferencia-campaña con las feministas se escuchaba algo como: "Los códigos culturales profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales". (Hillary Rooham Clinton, Lincoln Center de Manhattan, 24/4/2015).

La eterna tentación del poder es llegar hasta lo más sagrado del individuo, pero para someterlo. 
He aquí la diferencia. Un dogma, equivocado o no, busca un bien superior, mientras que los que buscan modificarlos, solo piensan en ellos mismos: su razón, su verdad... su interés.
Cuando uno ve en la prensa los beneficios que muchos estan obteniendo en esta crisis mundial, uno no puede dejar de preguntarse: ¿Tendrán algo que ver? ¿Les interesará su solución? (El cine usamericano nos tiene impuestos a preguntar por el “móvil” en cualquier crimen, como paso previo al descubrimiento del culpable).

Podemos seguir repitiendo con Qohelet: “No hay nada nuevo bajo el sol”, pero cerrar los ojos, solo nos conduce a darnos un trompazo.

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