martes, 3 de julio de 2012

EL TRABAJO PRIORITARIO

Es admitido comúnmente el adagio: primum vivere, deinde philosophari. Pero es un error entenderlo cronológicamente. Es decir que no puedo esperar a resolver lo básico para ponerme a responder esas preguntas que  nacen en la mente-alma-corazón, como el acné en la pubertad, pero para quedarse. Eso que san Agustín llamaba "corazón inquieto". Claro que podemos ignorarlo, o negarlo o, si molesta mucho, adormecerlo.
Desde Kant (1724-1804) esas preguntas se reducen (las grandes aportaciones de los sabios) a cuatro: 1.- ¿Qué puedo saber? 2. ¿Qué debo hacer? 3.- ¿Qué me cabe esperar? 4. ¿Qué es el hombre?
Saberlo puede aumentar nuestra angustia vital o simplente movilizarnos en un camino personal. Quien acepta el reto no tarda en descubrir que no se pueden destilar en teoremas estáticos porque, si alguien lo consiguiera, tendría infinitos corolarios. Un aviso a navegantes: Nicolás de Cusa advirtió que este trabajo puede ocultar la vista del infinito*.

Uno podría pensar que los santos tienen atajos, como Jesús de Nazaret, como san Francisco... y nos admira ver cómo lo han conseguido. Pero cuando nos metemos en esos vericuetos... comienza nuestro trabajo!
                       Tu eres grande, Señor Dios único
                        El que haces maravillas. (AlD)


* Todas las referencias hacen alusión al libro ¿Qué es el hombre? de M. Buber

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