sábado, 1 de junio de 2013

EL OPIO DEL PUEBLO


En todas las épocas y todos los regímenes han utilizado (o lo han intentado) aletargar al pueblo para manejarlo a placer. Los métodos y las eficacias han tenido resultados dispares, pero hay constancia histórica de sus intentos.
Hoy vivimos una situación nueva desde un punto de vista histórico. La globalización de los medios y los nuevos centros de poder han conseguido que los Dueños de facto sean invisibles para la mayor parte de los mortales. Y la aparente conquista de la libertad personal va camino de convertirse en un dorado y psicodélico encierro a la carta.
Esta crisis en la que estamos envueltos, cuando se analice con rigor y honradez demostrará hasta qué punto la alienación señorea nuestras vidas.
Por ejemplo: esa sensación de “estar informados” cuando día tras día comprobamos la dosificación (y ocultamiento) que los Dueños hacen al dar los datos, la utilización con fines de lucro de la llamada “información confidencial”, el descaro impúdico de los políticos al hablar de sus medidas, la ausencia de respeto al adversario, o simplemente, diferente... éso sin contar todos los subterfugios netamente ilegales.
Con todo esto no es de extrañar la doble moral, la victoria aparente de los mediocres, el adoctrinamiento por la fuerza del número y el relegamiento de cualquier imperativo ético.
Este escenario debería ser para los creyentes una invitación a revitalizar (pero viviendo, no empecinando) principios y esperanzas y una llamada de atención que parece repetirnos Platón con el mito de la caverna.

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