lunes, 2 de diciembre de 2013

LAS BARRERAS DE LA ESPERANZA

Es llamativo cómo la UTOPIA y la ESPERANZA despiertan tan poco entusiasmo y atraen a tan pocos seguidores. Hay dos aspectos que dan razones sin agotarlas.
Uno es el escepticismo, que se vuelve militante en una parte, nada desdeñable, de la sociedad y a sus seguidores podíamos aplicar el término de reaccionarios (hasta de la “utopía socialista”!).
Otro son las dificultades reales que se encuentra quien pretende vivir en esperanza, las barreras reales que la imposibilitan. Y la reacciones más comunes son retroceder o darse de cabezadas contra el muro…terminando por convertir el muro en un “tabú” (algo con mecanismos muy semejantes al “síndrome de estocolmo” y otros). Sin reparar ni pensar que los muros estan puestos por la enfermedad, la injusticia y la muerte. Pero también por mis culpas mi ignorancia, mi egoísmo, mi impotencia, mi ceguera....
Decía Calvino que la fe fundamenta la esperanza y la esperanza la alimenta. No hay esperanza sin fe, ni fe sin esperanza.
Para muchos, también para los que se creen creyentes (los creyentes selectivos, a la carta), la cruz se convierte en muro infranqueable, cuando la realidad es que se Cristo crucificado consiguió, consigue y conseguirá derribar todas las barreras que detienen la esperanza.
La esperanza triunfa allí donde las barreras han sido derribadas por Cristo, muerto y resucitado.

El Trito Isaías escribe:

Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia, 
como fuego que prende en los sarmientos
o hace hervir el agua!
Para mostrar a tus enemigos quién eres,
para que tiemblen ante ti las naciones,
cuando hagas portentos que no esperábamos.
Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios fuera de ti
que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica
gozosamente la justicia.
y tiene presentes tus caminos. (Is 63,19b-64,4)

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