martes, 11 de febrero de 2014

LAS VÍCTIMAS


Los diferentes conflictos de larga duración que existen a lo largo y ancho del mundo, de Guatemala a Colombia del Salvador a la Eta en España, de Somalia a Ruanda... han producido una gran lista de víctimas, gran parte de ellas ajenas a los combatientes directos. En algunos de estos conflictos, al hablar de los diferentes procesos de reconstrucción (a los que también asignan diferentes calificativos) aparecen las víctimas. Y sobre el rol político que “deben” mantener hay difentes opiniones. También de eclesiásticos.



Uno de los textos del Evangelio más auténticamente liigados a la figura de Jesús es -en sus diferentes versiones- el de las Bienaventuranzas. Y sobre la interpretación de estos textos ha habido mucha discusión, porque afectan a los sentimientos más hondos y nadie puede quedarse indiferente.



Sin ninguna pretensión de ahondar, ni discutir posiciones, me parece importante recoger algo que puede parecer vanal y que yo estimo importante: los destinatarios de las bienaventuranzas de Jesús de Nareth son, precísamente, las VÍCTIMAS.



Ha habido intentos de formular éticas cristianas desde las bienaventuranzas que han resultado “u-tópicas” y de difícil reducción a criterios mínimos, pero este ejercicio empático de situarse en el lugar de las víctimas sí es generalizable y, por tanto, puede ser extendible a los diferentes escenarios  tanto con uso de las armas para conseguir objetivos poĺíticos, como los económicos que hoy en día provocan la mayor parte de las víctimas a lo largo del globo.



Pero para los cristianos no solamente es un ejercicio deseable de reconciliación, sino un camino insustituíble hacia el amor cristiano.




Y Jesús, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: 
« Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados.

Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.

Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y

proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre.

Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

« Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.

¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.

¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus

padres a los falsos profetas. Lc 6, 20-26

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