miércoles, 26 de febrero de 2014

NO MATES, VIVE!


El verdadero pecado, el que el Evangelio recoge como causante de nuestra condenación es el de omisión: Me viste desnudo y no me vestiste, me viste hambriento y no me diste de comer, preso y no me visitaste…
Tenemos dificultad para entender que este mal esté por delante de –por ejemplo- quitar la vida. En realidad cuando niego el pan al hambriento le estoy negando la vida que esa persona desea y necesita.
Renunciar a vivir es tanto como atentar contra la vida y llamar vida sólo a lo que yo quiero o me apetece es necedad.

La vida es una oportunidad, cógela.
La vida es belleza, admírala.
La vida es bienaventuranza, saboréala.
La vida es un sueño, conviértela en una realidad.
La vida es un desafío, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es una riqueza, consérvala
La vida es amor, gózalo.
La vida es un misterio, descúbrelo.
La vida es promesa, cúmplela.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es una lucha, combátela.
La vida es una aventura, córrela.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es la vida, defiéndela
(Madre Teresa de Calcuta).

Por tanto, el que sabe hacer el bien y no lo
hace comete pecado. Sant. 4, 17

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