martes, 6 de enero de 2015

EPIFANÍA


Tradicionalmente se traduce epifanía como manifestación; pero por una licencia rescatada por la cultura que nos envuelve, sin forzar las palabras me parece muy sugerente traducir epifanía como “la piel de lo sagrado”.
La luz como signo de lo inaccesible, intangible, se hace de esta manera abordable. Y lo que solo era posible percibir pasivamente, ahora se hace accesible a nuestra iniciativa( uno puede sentir activamente el calor y la luz, pero solamente después de que el fenómeno se ha manifestado).
También Dios ha querido posibilitar este protagonismo que pide el hombre moderno desde su libertad soberana.
Aunque Dios ha mantenido la multiplicidad de sus manifestaciones y signos, nos propone una como más grande y primordial: su propio Hijo encarnado en una cuerpo como el nuestro.
La piel es sólo la envoltura, el envolvente aunque manifiesta la persona ( no es la persona). Y nos quedaremos en nada si no nos atrevemos a entrar en ese misterio personal, que es lo envuelto, el contenido… lo esencial y primordial: el Ser que se nos brinda.

Que todo en mi ser se encamine a tu gloria
y que yo no desespere jamás.
Porque estoy en tus manos,
y en ti todo es fuerza y bondad.
Dame sentidos puros, para verte...
Dame sentidos humildes, para oírte...
Dame sentidos de amor, para servirte...
Dame sentidos de fe, para morar en ti...
(Dag Hammarskjóld).

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