lunes, 6 de abril de 2015

¡CHRISTUS SURREXIT SICUT DIXIT!


Intentar explicar la Resurrección a los sujetos de este mundo líquido se ha convertido en una hazaña casi imposible de superar. Tanto desde la parte activa como de la pasiva.
La segunda parte “sicut dixit” también plantea no pocas objeciones.
Afortunadamente no estamos llamados a explicar la Resurrección sino a ser TESTIGOS de ella. Éste es el verdadero reto que tenemos los cristianos. Y ser testigos significa que podemos testimoniar “lo que hemos visto y oído”, cosa harto difícil de probar ante un in-creyente. Ni siquiera si aclaramos que los ojos y oídos de los que hablamos son de naturaleza espiritual. Ya la mismas Escrituras nos advierten que “nadie ha visto a Dios”(1Jn 4,12).
Queremos y podemos seguir afirmando que “el corazón tiene razones que la mente ignora” como explicó B. Pascal con elegancia y sin sombras.
Son esos “ojos” los que año tras año son convocados a la experiencia de Cristo Resucitado.
Desde que Descartes afianzó el postulado, iniciado en los filósofos griegos, de la duda como método del conocimiento, pasando por el retorcimiento al que le sometieron los maestros de la sospecha, la Verdad ha sido puesta en entredicho. La duda se ha convertido en el descorchador oficial de mucha mentes. Lástima que no se atreven a descorchar la botella y se entretienen en sofisticados discursos y eruditas disquisiciones sobre los datos de la etiqueta, pero sin atreverse a probar su contenido.
Los cristianos buscamos no solo catar su contenido sino aspiramos a ser transformados por él.
Es esta TRANSFORMACIÓN vital y radical de cada persona, la que se convierte en GARANTÍA Y TESTIMONIO de esa experiencia que solo es verificable en la fe. Esta es la convocatoria que cada año nos renueva el CRISTO RESUCITADO que celebramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario