jueves, 29 de mayo de 2014

SI ME AMÁSEIS...


El Evangelio de Juan (Jn.14, 28) utiliza el condicional impregnado de una delicadeza y una sugestión amorosas. Nada parecido con esa misiva que, supuestamente “26 mujeres” han escrito al papa Francisco.
En esta sociedad líquida donde el “amor” se reduce a la “relación” y la mayor parte de las veces al “contacto”, no se puede entender a Ulises en su lucha con las sirenas, pero mucho menos a Penélope o a la diosa Circe a las que motejarían hasta volverlas de mil colores. (hasta el mismo Homero se removería en su tumba) Y es que, además, vivimos en medio de una galerna de sexismo aventada y sostenida, dicen los expertos, por los mismos “lobbys”, que, coordinados o no, empujan el carro del sexismo con una militancia pertinaz.

El sentido más fuerte y el único que puede tener legitimidad en estos predios de sospecha sostenida, es para los consagrados al Reino de Dios (clérigos, religios@s o laic@s) ser TESTIGOS DEL ABSOLUTO, testigos de su AMOR INCONDICIONAL , y eso sí: reconociendo que estamos revestidos con el barro de nuestra fragilidad. “Pútridos y hediondos” que diría san Francisco de Asís, como limo de lóbrego pantano sin luz y sin agua viva.


Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

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